viernes, 22 de mayo de 2009

MATA LA ARAÑA


Los cristianos a veces tenemos los sentimientos confundidos acerca de nuestros pecados.

Tenemos miedo de ser dañados por nuestros pecados, y queremos ser perdonados. Pero no estamos seguros de querer librarnos de ellos ¡Ya! ¡Ahora!

Un hombre me dijo que tiene un mal hábito que está estorbando su comunión con Dios y que daña su testimonio cristiano. Dice que ruega que Dios le perdone por su adicción, pero no lo deja.

Me recuerda al hombre del antiguo relato que a menudo iba al frente de la iglesia y se arrodillaba ante el altar y oraba:
-Señor, quita las telarañas de mi vida

Un domingo su pastor, cansado de oír la misma vieja oración, se arrodilló al lado de él y clamó:
-“¡Señor, mata la araña!”

Si, a veces es necesario una acción radical para romper un hábito pecaminoso. Tenemos que hacer más que pedirle a Dios limpieza cada vez que sucumbimos a la tentación, por importante que esto sea. También tenemos que pedir a Dios que nos ayude a tomar los pasos necesarios para mantener las telarañas fuera de nuestras vidas.

Tenemos que aborrecer nuestros pecados, confesar nuestra esclavitud al mismo, y decidir terminar con ellos. Luego tenemos que llenar nuestras mentes con buenos pensamientos y mantenernos apartados de la gente y de los lugares asociados con nuestros pecados. Esto es lo que Cristo quería decir cuando dijo:
-Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo (Mateo 5:29)
Matar la araña impide que se acumulen las telarañas.

La admisión del pecado no es suficiente: Es preciso abandonarlo.

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