viernes, 15 de mayo de 2009

NEWTON Y EL IMÁN


Cierta vez, preguntaron a Isaac Newton como el polvo desparramado de un cuerpo sepultado podría ser juntado de nuevo para formar un nuevo cuerpo.

Newton tomó un imán y se aproximó a un montículo de polvo de hierro mezclado con arena. Inmediatamente, las partículas de hierro se separaron de la arena. La reacción del científico:
-“¿Aquel que concedió tal poder al imán, no sería capaz de un poder mayor, de juntar el polvo de nuestro cuerpo en un cuerpo glorioso?”
La respuesta de Newton aún no nos da la certeza de la resurrección. Ésta, solo la fe en Jesús, puede dar.

En 1 Corintios 15, Pablo procura profundizar ésta fe, demostrando como ella ayuda a vencer a todos los enemigos. De éstos, el último a ser vencido es la muerte, que ya no tiene más poder de herirnos, más sirve, apenas, de puerta para entrar en la vida eterna.

Un soldado cristiano, acostado de espalda en una trinchera, en medio de un fuego cruzado con el enemigo, oró ansioso por liberación. Miró el cielo estrellado y se acordó de su Creador, que aún vive y gobierna el mundo. Pidió que su voluntad fuese hecha y, así, volvió la paz a su corazón hasta que llegó la mañana y, también, la victoria sobre el enemigo.

§ ¡Cuántas victorias semejantes ya no fueron alcanzadas por la fe en Jesús y en la resurrección, especialmente en la hora de la muerte!
§ ¡Cuántos cristianos recibieron, y aún reciben, el poder de entregar tranquilamente su alma a Dios, con la certeza de un encuentro definitivo con Jesús!

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo 1a Corintios 15:5
Lydia

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