sábado, 11 de diciembre de 2010

SOBRE LA CONTEMPLACIÓN


La oración del cristiano nunca es fácil.
Primero no sabemos orar, intentamos orar o hacer que oramos, sintiendo o no sintiendo a dejando de sentir, pero nada tiene que ver que la oración cristiana.

El cristiano es el que mirando a Jesús por el Espíritu que te da testimonio de Él, llega al Padre. La comunión con Jesús por medio del Espíritu te hace contemplar al Padre de Jesús, ese mismo Espíritu es el que te da la vida de Jesús haciéndote clamar Abba.

Pero nunca las experiencias en la vida de oración suponen ningún añadido, aun cuando sean ciertas, como dice Javier Garrido, franciscano, algo así como cuatro o cinco de cada cien son autenticas mociones de Dios, el resto son cualquier otra cosa a nivel emocional, sicologico, etc.” Aun las verdaderas no tienen valor por ser experiencias místicas sino en cuanto te hace avanzar en la comunión con Jesús, y es muy fácil que, a menos que haya una verdadera humildad en la obediencia a la Palabra, viviéndolo desde la gracia que acoge en la completa humildad, valorando solo el amén a la obra de Dios en ti, es muy fácil que el místico se apropie de esa experiencia y termine estorbándole en el proceso de cristificación, no le santifique sino le deje estancado.

Por eso el Padre nuestro, con la simpleza puede ser la oración mas elevada pero mas simple, más crucificante, porque no te da grandes consolaciones, más bien es árida y costosa, que te humilla como muriendo en la obediencia al hacer el acto de fe, igual que al creer que en un trozo de pan está el Cuerpo del Señor. Pero ese acto de obediencia conlleva mas valor y mas santificación que todo el que pudiera facilitarnos el mejor milagro, consolación o manifestación mística que acompañe la oración.

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