lunes, 25 de julio de 2011

CATEQUISTAS ¿ACERCAN O ALEJAN?



La figura del catequista es irremplazable, porque de ello depende buena parte de la formación cristiana de las nuevas generaciones, sin embargo, habría que analizar un poco mejor cómo están las cosas actualmente, porque a veces da la impresión, que los catequistas, salvo importantes excepciones, porque nunca hay que generalizar, alejan más de lo que acercan. Quizá por falta de preparación o, lo que es peor, porque simplemente no es lo suyo.

A menudo, se escucha a los niños y a las niñas quejarse del catequista que les tocó. No hay clic, sino ruptura. A simple vista, podríamos decir que la niñez es caprichosa, salvando la imagen del catequista, sin embargo, muchas veces, los niños dicen la verdad. Si el 80% del tiempo que dura la catequesis, se utiliza para amenazarlos, diciéndoles que si no se aprenden de memoria (casi fotográfica) las oraciones, quedarán fuera de la élite que hará su Primera Comunión, naturalmente será un espacio desagradable y aburrido. No se trata de crear una catequesis light, en la que nadie se aprenda nada, sino de saber motivar, en lugar de caer en dimes y diretes.

Hay catequistas que no dejan de hablar, pues marean a los niños con explicaciones poco gráficas y dinámicas. Parecen discos rayados, en lugar de hombres y mujeres identificados con Jesús de Nazareth. Los niños y las niñas merecen temas que estén bien estructurados, involucrando dibujos, colores, ideas y sonidos, porque de otra manera dejan de prestar atención. El catequista no debe utilizar la catequesis para desahogar sus penas y frustraciones, deformando el rostro de Cristo, sino aceptar el reto de dar a conocer, con audacia y creatividad, el evangelio.

Hay una frase de Don Bosco que resume la clave del catequista en pleno siglo XXI: Hazte amar más que temer. La niñez no necesita catequistas amargados, sino personas entusiastas y coherentes. De esto depende en buena medida el futuro de la Iglesia.

Carlos J. Díaz Rodríguez

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