miércoles, 21 de septiembre de 2011

EL GENIO DE LA BOTELLA



Un día, cuando tenía quince años, caminaba por un callejón oscuro y pateé lo que pensé era una vieja botella.

La botella tenía hermosos grabados por todos lados y semejaba una vieja botella de vino. La recogí y al abrirla, para mi sorpresa, salió una enorme nube de humo y apareció un gran genio. Era alto de estatura y muy redondeado en su sección media. Me dijo que me serían concedidos tres deseos.

Dios mío”, me dije, me estaba pasando esto, a un chico de quince años. Tres deseos, pensé para mí, ¿qué podré pedirle? Ya sé… le pediré el primer deseo: quiero ser rico más allá de lo imaginable. El segundo deseo: pediré que tres mujeres me amen todo el tiempo. Y como tercer deseo, le pediré que me conceda salud plena.

Seguí pidiéndole estos deseos y me dijo que todos mis deseos me serían concedidos. Entonces desapareció como si nunca hubiese estado allí y la botella cayó al suelo y se rompió en pedacitos. Estaba tan entusiasmado; un chico de quince años que iba a ser rico, tener tres mujeres que le amasen todo el tiempo y ser plenamente saludable. ¿Qué podría ser mejor?

Bueno, pasó el tiempo y nunca obtuve mis deseos. Seguí adelante con mi vida como pensé que debía. Comencé a trabajar a una edad muy temprana y nunca miré atrás a ese día jamás. Después de todo, ¿quién cree en genios? Trabajé, trabajé y trabajé… nunca llegando a ser rico, sin las mujeres que el genio me había prometido y nunca sintiéndome plenamente saludable. Pasó el tiempo y me disgusté mucho ante la vida. Había sido injusta conmigo… siempre tuve alpobre de mí.

Finalmente conocí a mi esposa en 1994 y nos casamos en el 2000. Tuvimos dos hermosas hijas. Vivo en un hogar modesto y durante los últimos años, he logrado muchas cosas. Mis tres deseos se han cumplido; desafortunadamente, no me di cuenta. Estuve enfermo por muchos años con adicciones y problemas de alcohol, sin entender de qué trata la vida. Cuando pedí esos deseos, solo pensaba en mí mismo… era muy egoísta. Nunca me importaba nadie más.

Pero ahora me doy cuenta de que mi primer deseo sí se cumplió. Soy rico más allá de lo imaginable… rico en valores familiares… rico en amor de mi familia y rico en humildad. Sobre las tres mujeres que siempre me amarían, bueno ese deseo también se hizo realidad. Tengo una hermosa y amorosa esposa y dos maravillosas hijas que son la fortaleza detrás de mi vida. Y en cuanto al tercer deseo, bueno estoy seguro de que también se ha dado cuenta. He vencido las probabilidades a diario y estoy libre de los dolores y miseria de las adicciones y el alcohol. No he tomado un trago ni una droga desde el 3 de noviembre de 2006. Estoy plenamente saludable y sigo escribiendo, escribiendo y escribiendo porque, verán, ese es mi sueño.

Tengo un sueño de tocar los corazones de la gente y hacerlos un poco más felices, fuertes, mejores y más completos que antes de haberlos tocado. La vida ya no trata de mí ya… trata acerca de la gente a la que amo y que me ama. La vida consiste en ayudar cuando sea posible y dar la mano a alguien en necesidad. La vida consiste en saludar a un perfecto desconocido y ver cómo nos sonríe de vuelta.

Saludé a una anciana en una abarrotería la semana pasada. Me dijo que nadie la saludaba jamás ¡y me dio un abrazo! ¿No es eso sorprendente?

La vida no trata de nosotros sino de todos los demás en nuestra vida. Estirémonos y toquemos a alguien hoy… y no tiene que ser físicamente. Toquemos sus corazones con el nuestro; amemos vivir y vivamos para amar.

Gracias por leer esto… estoy profundamente enamorado de la vida y nunca me voy a perder otro día de ella. Que Dios le bendiga tanto a ustedes como a todos en sus vidas.

Rich Barnes, copyright 2010
Fuente:
www.motivateus.com

La historia de hoy, aunque probablemente se origine en una ficción juvenil, nos debiera llevar a darnos cuenta de cuán bendecidos somos por Dios. Si bien la mayoría de nosotros tiende a quejarse por aquello que percibimos que nos falta ó que anhelamos tener y no tenemos, la frustración que suele surgir de esta queja niega la realidad de la bendición que hoy disfrutamos.

De alguna manera, siempre vemos la hierba más verde al otro lado de la cerca. Pero en realidad, la bendición de Dios añade valor a nuestras vidas, cada día. El problema es que tendemos a darla por sentada y a no valorarla. Pues tal vez sea el momento de hacer un alto a este estilo de comportamiento y darle gracias a Dios y a aprender a contentarnos… sin que esto signifique que renunciamos a nuestros sueños.

Raúl Irigoyen

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