domingo, 11 de noviembre de 2012

ENTREGARSE

 

Jesús decía en su enseñanza:

- Guardaos de los maestros de la ley, pues les gusta andar con ropas largas y que los saluden con todo respeto en la calle. Buscan los asientos de honor en las sinagogas y los mejores puestos en los banquetes, y so pretexto de hacer largas oraciones devoran las casas de las viudas. ¡Esos recibirán mayor castigo!

Jesús, sentado en una ocasión frente a las arcas de las ofrendas, miraba cómo la gente echaba dinero en ellas. Muchos ricos echaban mucho dinero, pero en esto llegó una viuda pobre que echó en una de las arcas dos monedas de cobre de muy poco valor. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

– Os aseguro que esta viuda pobre ha dado más que ninguno de los que echan dinero en el arca; pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para su sustento.



El evangelio nos presenta hoy dos fragmentos distintos. Por un lado las advertencias de Jesús a que no nos fiemos de los maestros de la ley, y por otro, la escena de la pobre viuda echando dos monedas de cobre en las arcas del tesoro. En el primer fragmento Jesús condena a los que aparentan, a los que buscan el poder y la notoriedad. A los que utilizan la religión en su provecho material. En el segundo, alaba a la pobre viuda que da dos monedas de poco valor, que es todo lo que tiene, como limosna. Prepotencia frente a humildad. Poder frente a servidumbre. Apariencias frente a realidad.

La misión de los maestros de la ley era orientar al pueblo, dirigirlo hacia Dios. En cambio, se dedicaban a hacerse ver, a aprovecharse de su puesto para vivir a costa de los demás.

Puede parecernos que ambos textos no tengan relación. Sin embargo, el evangelio nos está señalando dos maneras de vivir la religión. Aprovechándonos de ella o entregándonos totalmente. Y es que podemos utilizar la espiritualidad para medrar, para vivir del cuento. Podemos dar, buscando recibir, o podemos dar todo lo que tenemos, podemos entregarnos. ¡Cuántas veces nuestra entrega tiene como finalidad acallar nuestra conciencia...! Damos lo que nos sobra. Dedicamos a un voluntariado parte del tiempo que nos sobra. Multinacionales que tienen fábricas en el tercer mundo, con horarios y sueldos de esclavos, dan luego, para quedar tranquilos y mejorar su imagen, limosnas a organismos de ayuda y desarrollo. ¿Por qué con la excusa de la crisis nuestros gobiernos y organismos oficiales han recortado o suprimido las ayudas al tercer y cuarto mundo? ¿No están ellos en crisis constante? La viuda es la imagen de aquél que, no solamente da algo, lo que le sobra, o de lo que cree que sacará un beneficio, sino que da todo lo que tiene, se da a ella misma. Cuando damos, muchas veces lo hacemos desde arriba. Nos creemos superiores, nos da pena el otro. No pensamos que el otro tiene derecho a lo que pide y que si le faltan cosas esenciales, es porque a nosotros nos sobran cosas superfluas.

Entregarse, sólo saben hacerlo las personas sencillas, aquellas que no ven la vida como un gran negocio. Personas humildes como aquel niño, que pide a sus padres que no hagan ninguna fiesta el día de su primera comunión y que entreguen a los pobres lo que se habrían gastado. Aquellas personas que dedican toda su vida al tercer y al cuarto mundo.

Nos llenamos la boca con la palabra amor. El amor se demuestra de una sola manera: entregándose, dándose por entero al amado...

Joan Josep Tamburini

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